Hay dos formas de salir, ver y preparar una final de Copa del Rey. Caparrós y la afición del
Athletic dan suma importancia a este torneo, mientras que Guardiola dará descanso, rotará y se encomendará a sus 'no habituales' con el fin de levantar el primero de los tres torneos a los que aspira.
Una final, la Copa del Rey. Dos equipos, Athletic de Bilbao y
Barcelona. Dos formas de vivir el partido: el éxtasis bilbaíno contra la cautela catalana. Dos entrenadores con dos filosofías contrapuestas: Joaquín Caparros, el nervio y la garra en estado puro; Josep Guardiola, la templanza y serenidad dentro y fuera del campo.
Una ciudad entera,
Bilbao, se lleva preparando para esta final de Copa desde hace meses, con todas las calles, bares, comercios y gentes volcadas con y por su equipo. Su rival, Barcelona, está en calma. El palo del domingo costó digerirlo.
El Athletic lleva más de 20 años sin levantar un título -concretamente la Copa del Rey de 1984 que ganó al
Barça (1-0)- y tiene ante sí una oportunidad única para volver por sus fueros. La afición 'zurrigorri' espera desempolvar la gabarra, ese barquito que recorre el Nervión cuando se celebra algo en Bilbao. Por si se encuentran solos Caparrós y sus chicos, más de 20.000 aficionados han viajado a Valencia.
Caparrós ha volcado la temporada a la conquista de la Copa. Con la permanencia en el bote, el técnico utrerano reservó el pasado fin de semana ante el
Betis a todos sus titulares -a excepción de
David López-. Bien distinto a lo que hizo su homólogo catalán. Guardiola, con la Liga más que ganada a falta de un punto, repitió once de gala a pesar de haber jugado el miércoles en Londres las semifinales de la Liga de Campeones.
Quien no arriesga no gana, se suele decir. Pero Pep perdió la celebración liguera -empató con el Villareal- y a
Andrés Iniesta. El manchego se lesionó y será baja en Mestalla. Su vacante la cubrirá Bojan Krkic, un fijo en Copa, que recibirá su premio a la paciencia.
Otra diferencia más que notable entre ambos equipos será el once del miércoles. Caparrós no dudará en poner a sus mejores hombres -Llorente, Gorka, Yeste, Iraola- mientras que Pep les dará la recompensa a los no habituales. Pinto estará bajo palos, mientras que se antoja previsible la inclusión de Hleb, Gudjohnsen o Cáceres.
Además, el técnico catalán ha otorgado descanso a unos jugadores tienen, de boca de Guardiola, "una enorme carga, no sólo física, sino también emocional", tras enfrentarse consecutivamente a
Sevilla,
Valencia,
Real Madrid, Chelsea y
Villarreal. Pep considera necesario liberar psicológicamente a sus jugadores de la presión de afrontar una final.
Tan distintos, a priori, pero tan iguales. Al fin y al cabo ambos juegan a lo mismo, al fútbol.